EXPONE, explora las inquietudes de dos jóvenes artistas costarricenses de una profunda conexión con el pueblo latinoamericano donde hacen una búsqueda plástica y de manifestación artística de elemento no tradicionales para poder conducir al espectador a una realidad del día a día de la niñez de nuestros pueblos
El tema de la obra gira en torno a la explotación infantil desde todas sus aristas, principalmente de orden laboral, psicológico y sexual, una problemática tristemente compartida en ambas sociedades vecinas, y que muy a menudo pasamos por alto.
Alonso Rubí, nace en San José y a muy corta edad inicia en las artes plásticas enamorado del realismo mágico y del arte pop. Decide fusionar estas dos líneas llenas de colores y texturas, reutilizando materiales de desechos industriales para transformarlo en arte.
En su obra, la mujer es la protagonista. Una bella dedicatoria a la mujer, que vive el día a día, luchando contra las injusticias sociales y trabajando para salir adelante. Además de tocar también el tema del medio ambiente y de cómo podemos convivir en paz con la naturaleza.
Stan Spinal, soñador desde sus primeros días de vida, pues su estrella apuntaba a nacer donde la de muchos mueren soñando: las calles del centro. Por motivos legales, no pudo vivir mucho tiempo con la gran Flory Spinal, su madre, pues las absurdas fronteras y distintas nacionalidades los obligaron a separarse a corta edad.
Stan Spinal cree que ahí empezó este gran sueño por ser de los mejores pintores del mundo, para poder tener en ese momento, según su cabeza, todo el dinero para poder comprar esas fronteras que ataban la libertad de su madre para volver con él. Vivió en una casa de adopción en los barrios del sur, donde no soportó estar, huyendo después de 2 años, pues no lo dejaban rallar las paredes, no podía pintarle la cara a sus hermanos de cuarto, ni correr desnudo con su caballo de madera gritando que sería el nuevo Napoleón.
Empezó a los 12 años pintando pulperías, bazares y cuanta cosa le generaba dinero para comprar sus propias hamburguesas, pues afirma que “no es lo mismo ver por detrás de la ventana como las familias van con sus hijos a comer, que saltarte la ventana, hacer un garabato y decirle al cajero: le cambio este dibujo por una hamburguesa”.
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